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Tras las huellas de los asesinos de Anderson, un joven de 24 años

La comunidad lo había adoptado con apoyo, trabajo y cariño, pero este fin de semana fue ultimado en extrañas circunstancias. Piden a las autoridades celeridad en la investigación y justicia contra los responsables.

Anderson Raúl Arévalo Herrera
Por Agencia Periodismo Investigativo | Créditos: Foto: Suministrada

El barrio San Luis en Soacha, Cundinamarca, está de luto. La madrugada del pasado sábado 27 de agosto fue asesinado Anderson Raúl Arévalo Herrera, un jovencito que la comunidad adoptó cuando se mudó al lugar con 24 años.

Corría el año 2015 cuando él apareció junto con su hermano David, un año menor. Entre todos le ayudaban con vestuario, alimentación y un dinerito que él recibía haciendo domicilios, mandados y acompañando a las mujeres del barrio desde el paradero de buses hasta sus casas. Coloquialmente era el 'todero' de los habitantes de las calles 15 a la 19 y de la carrera quinta a la séptima del municipio anexo a Bogotá.

El 'Chinche' como cariñosamente lo llamaban acompañó la vida de cientos de personas durante los siete años que vivió en San Luis. Una zona afectada por la inseguridad y en la que por ello la presencia en la noche y en la madrugada de Arévalo tranquilizaba los pasos de mujeres y niños.

Pero Anderson vivía una procesión de la que intentó salir 1000 veces de la mano de los habitantes del barrio San Luis. Era adicto al bazuco, por eso la calle se convirtió en su hogar. 

Entró decenas de veces a instituciones públicas y privadas, salía desintoxicado pero a las pocas semanas recaía. Su madre, Martha Herrera con frecuencia lo visitaba, lo llevaba consigo pero al poco tiempo el regresaba al barrio.

Esquina
Foto: Suministrada. Esquina del barrio donde fue asesinado Anderson Raúl Arévalo


Su muerte fue sorpresiva e inexplicable. Una vendedora de dulces de la carrera séptima con calle 18, que quería a Anderson como un hijo, pues el religiosamente la acompañaba hasta su casa todas las madrugadas cuando finalizaba la venta tras el cierre de los bares, tiendas de cerveza y discotecas cercanas, relató lo que sucedió.

La versión que entregó a las autoridades es que ella se percató hacia la 1:00 am de aquel 27 de agosto, que Anderson se fumaba un cigarrillo cuando una persona lo llamó, el giró en la esquina y ahí fue asesinado.

Justo en este momento dos trabajadores del sistema Transmilenio y un reciclador quedaron estupefactos, congelados. Luego reaccionaron, corrieron hasta el puesto de dulces y exclamaron, ¡lo mataron!

La señora angustiada gritó. Su hijo corrió hacia Anderson. Ella continuó exclamando. !Dios, no puede ser. Es el niño, es el niño! No pudo contener las lágrimas, ni su voz, que atropellada, salió a borbotones.

De inmediato, el hijo de la vendedora de dulces pidió ayuda. Justo en ese momento pasó una patrulla de la Policía y los uniformados lo subieron al vehículo oficial.

Joven asesinado
Foto: Suministrada. Anderson Raúl Arévalo Herrera, joven asesinado en Soacha


Un celador de la iglesia cristiana del barrio coincidió con la vendedora de dulces en la versión. Hacia las 2:30 am, escuchó un grito y luego un golpe contra una de las puertas gigantes del templo. Dos carros estacionados, uno de estos de alimentos.

Subió unas escaleras para tener un mejor rango visual. Identificó a Anderson, desgonzado en la acera. Los conductores de los vehículos descendieron, cruzaron palabras. Luego llegó la Policía. Le tomó los signos vitales y se lo llevó.

El otro testimonio determinante pero contradictorio es el del dueño de un bar. Por seguridad de los habitantes esta Agencia reserva su nombre. Asegura que entre las 2:30 am y las 3:00 am integrantes de la Policía ingresaron a su establecimiento de comercio, preguntaron por uno de sus empleados y luego lo capturaron y esposaron.

Caminó detrás de su trabajador y de los uniformados. Preguntó sobre lo que estaba ocurriendo. Insistió. Intentó una respuesta, pero su iniciativa fue infructuosa.

Según su versión, a su empleado capturado lo movilizan hasta la esquina de la calle 19 con carrera 7 en Soacha. En el lugar, observó una camioneta de la Policía con vidrios polarizados. y adentro Anderson, según él, aún con vida.

Soacha
Foto: https://www.habitatbogota.gov.co. Fotografia de Soacha, un municipio recordado tristemente por los denominados falsos positivos


Los policiales, según el dueño del bar, le preguntaron a Anderson si el capturado era la persona que lo había apuñalado. Este asintió.

Al ser interrogado informalmente por la Policía, aseguró que su empleado es panameño y que era su primer día de trabajo en el bar.

Sin embargo, esta versión la contó a las personas del barrio San Luis que preocupados porque el hecho no quede impune, realizan sus propias indagaciones.

Hasta ese momento, la animadversión en contra de los uniformados crecía, pues el dueño del bar con su versión, estaba encaminando la historia a que la policía lo había recogido con vida pero no lo trasladaron de inmediato al hospital.

Pero la historia dio un giro. Los videos de las cámaras de seguridad de la zona evidencian lo que sucedió y contradicen por completo la versión del dueño del bar.

Camioneta pol
Foto: https://www.notimerica.com. Camioneta de la Policía Nacional 


A la 1:43 am, dos hombres arrinconaron a Anderson contra una de las puertas de la iglesia cristiana, forcejearon. De repente, uno de los sujetos sacó un cuchillo y lo apuñaleó seis veces.

Esto confirma el informe de necropsia heridas en las piernas de entre 4.5 y 7.8 centímetros. Después del ataque Anderson movió un poco sus manos.

El lago hemático que dejó el ataque con un puñal evidencia que era imposible que sobreviviera y que a las 3:00 am, es decir una hora y 15 minutos después de los hechos, estuviera con vida dentro de la patrulla de la Policía como indica Ronald, el propietario del lugar.

Con un dato adicional, Anderson ingresó a las 2:05 am al hospital Mario Gaitan Yanguas sin signos vitales. Autoridades investigan versiones que indican que el propietario del bar se reunió un día después con el agresor del niño del barrio San Luis. 

Lo cierto es que por ahora, todo es confusión. Es el caso de un joven que buscaba salir de sus problemas de adicción con el apoyo de la comunidad pero que terminó asesinado. Su homicidio no trascenderá. Las autoridades trabajarán en el caso a media máquina.

Tampoco aparecerán los abogados de siempre que buscan réditos mediáticos con casos llamativos. Los vecinos del barrio solo esperan una pronta investigación y condena para los responsables. "Lo único que pedimos es justicia y que los culpables paguen", puntualiza una de las amigas de Anderson.

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