Líderes en Chocó se oponen a presencia de Fuerzas Armadas a pesar de la criminalidad

El Departamento del Chocó en Colombia, un tesoro oculto de biodiversidad y cultura, está atrapado en un vórtice de inestabilidad y conflicto. A pesar de su rica herencia, Chocó es actualmente escenario de uno de los enfrentamientos más alarmantes entre el ELN y el Clan del Golfo, una lucha que no solo desgarra el tejido social del lugar, sino que también obliga a comunidades enteras a huir de su hogar ancestral. 

Los líderes de la comunidad y los residentes de la zona reclaman presencia institucional constante para contrarrestar la violencia e inseguridad que ha invadido sus vidas.

Hasta la fecha, 70 de los 89 eventos de confinamiento registrados en toda Colombia en 2023 han tenido lugar en el Chocó. El conflicto interno entre las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y el ELN ha generado una atmósfera de miedo y desesperación en las comunidades de la zona sur del territorio, ya sea confinadas o desplazadas. La escalada de violencia, que ha aislado a estas comunidades, ha empujado a muchos a abandonar sus hogares.

"El desplazamiento está siempre presente. Nos enfrentamos a señalamientos, secuestros, extorsiones. Es difícil imaginar una solución para nuestras comunidades en estas circunstancias", lamentó un líder comunitario.

El personero del Alto Baudó, Eriberto Andrade, corroboró la gravedad de la situación, señalando que este escenario de conflicto, que amenaza a los 28.552 habitantes de su región, es un reflejo de la situación generalizada en todo el departamento del Chocó.

La situación actual tiene su efecto más evidente y devastador en la cifra de desplazamientos masivos. De los 59 eventos de desplazamiento forzado registrados hasta la fecha, 12 han ocurrido en Chocó, lo que ha desplazado a 786 familias, es decir, cerca de 1.940 personas.

Frente a esta emergencia humanitaria, los líderes y residentes de las comunidades chocoanas hacen un llamado desesperado al Estado por una presencia institucional permanente. Anhelan progresar en los diálogos con los grupos armados ilegales, con el fin de recuperar la tranquilidad, una condición que parece haberse desvanecido en la bruma de los enfrentamientos constantes.

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